bill callahan gold record
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Bill Callahan regresa con Gold Record, una obra marcada por toda su trayectoria

Bill Callahan no es nuevo en el recreo. Desde finales de los 80 y hasta ahora nos lleva trayendo discos interesantísimos, primero bajo el sobrenombre de Smog que cambiaría en 2005 para ya ser Bill Callahan, su autentico nombre por otra parte.

En sus inicios su banda Smog fue pionera indiscutible del sonido Lo-Fi, grabando casetes caseros en casa, un hazlo tú mismo marcado. La banda, además de por ese sonido Lo-Fi, destacaba por la realización de de un folk contemporáneo con tintes extremos de slowcore, dotando a su discografía de introspección y pesimismo mayormente. No puedo escribir sobre Bill Callahan sin destacar tres grandes trabajos que realizó con Smog: Red Apple Falls de 1997, Knock Knock de 1999 y A River Ain´t Too Much to Love de 2005. Toda la trayectoria posterior se entiende mejor conociendo sus inicios con Smog; carácter mucho mas arriesgado en el que la faceta de cantautor ha destacado siempre pero donde se entreverán más subgéneros que estaban presentes alrededor de casi todas las piezas: indie rock, alt-country, Slowcore… Combinados dejaban discos maravillosos.

En 2007 comienza su trayectoria como Bill Callahan centrándose en un sonido mucho mas minimalista y sencillo. Exprimiendo su faceta de cantautor y destacando por encima de todo las raíces del folk americano y un country alternativo de tintes suaves. Toco techo sin duda en 2009 con Sometimes I Wish We Were an Eagle: calmado, poético y melancólico a partes iguales cautivó a la mayoría, entre los que me incluyo como fan sin miramientos.

Unos cuantos discos después llegamos a lo que nos ocupa hoy, el pasado 4 de septiembre lanzaba Gold Record junto a la compañía Drag City con la que lleva trabajando desde sus primeros trabajos como Smog. En él muestra una línea continuista en su trabajo como Bill Callahan (si algo está bien para qué cambiarlo).

Pigeons aterriza en los auriculares: «Hello, I’m Johnny Cash» así empieza el ultimo largo de Bill Callahan, Gold Record, que como en toda su trayectoria viene marcado por un folk contemporáneo en el que los pausados punteos de guitarra y su grave voz barítono son las características principales.

A lo largo de la grabación nos encontramos piezas de lo mas uniformes: todo ejerce como una gran pieza de optimismo y melancolía. Pero sobre todo de optimismo. Callahan se toma en serio el asunto de un hombre y una guitarra, aunque de vez en cuando aparecen arreglos orquestales deliciosos. Toma como referencia la música tradicional americana para transportarla al 2020, fusionándola con puntos de vista actuales de manera sosegada, casi como un cura dando una homilía sobre Dios y el trabajo duro. Al final de los cortes deja unos segundos de silencio antes de que empiece el siguiente, una manera sutil de qué reflexionemos en lo escuchado antes de zambullirnos en la siguiente canción.

Sutilmente Callahan se saca de la manga un disco sencillo, suave, cotidiano y trascendente. Siguiendo con su línea de folk contemporáneo que lleva mas de una década probando y explorando nos deja un disco fantástico en este ámbito, pero lejos de sus mejores momentos, todo hay que decirlo. De todas maneras, es un disco que se disfruta y que te saca más de una sonrisa mientras te dejas guiar por la poesía de Bill Callahan y por los acordes de su amiga de seis cuerdas.

Opinión sobre álbumes de música

Por T. Allman