el madrileño

No cabe duda, no existe nada parecido a El Madrileño, destello de un Pucho constantemente angustiado con su propia extinción

Después de una largo periodo de estímulos que comenzó con una portada en Forbes, Antón Álvarez finalmente ha hecho público su álbum más ambicioso hasta la fecha: El Madrileño. Matando al alter ego C. Tangana, el artista vuelve a revelarse como el más atrevido y vanguardista del panorama con un proyecto basado en la música raíz y confeccionado a partir de las influencias musicales con las que Antón se había nutrido de manera privada todo este tiempo. Por dentro, el miedo del artista a no estar al frente del mundo le hace ser como una estrella a punto de extingirse: Pucho brilla más que nunca, pero con color único, con el riesgo de nunca volver a brillar igual.

Aunque se trate del proyecto más alternativo que Pucho ha creado en toda su carrera, todo parte del éxito de sus sucesoras espirituales. Con un C. Tangana desgastado y sonoramente cada vez menos interesante, la aparición de Un Veneno y Nunca Estoy (y especialmente el éxito de esta última) dio las herramientas para la creación de El Madrileño, previsiblemente marca del fin de una época y género presidido por el controvertido artista. Desde el corrido mexicano a la rumba, el R&B, hasta el rock, las 14 canciones de este proyecto cuenta con la aparición estelar de grandes figuras, pero no las esperadas, sino referencias de otros mundos como Kiko Veneno, Andrés Calamaro, Gipsy Kings o José Feliciano.

Inesperadas colaboraciones de un artista que ha decidido que la vanguardia no está en mirar en el presente, sino en fijarse en el pasado para reinventar las bases de nuestra música. Con un planteamiento muy superior a la mayoría de propuestas de la escena (incluso internacional), el resultado es francamente positivo, dejando varios triunfos inesperados y en definitiva un álbum que sin haber sido publicado ya era número 1 de España y que parece certificar el éxito en el objetivo de Antón Álvarez con este proyecto: reinventarse creando algo único que marque a una nueva generación de jóvenes creadores.

Como mínimo, marcará a una generación de oyentes que escucharán piezas como Hong Kong con Calamaro, Ingobernable con los Gipsy, Nicolás Reyes y Tonino Bailardo o Nunca Estoy diciendo: «sois unos estúpidos por haberos olvidado de esta música». El disco entero tiene esa mirada de «creísteis que sabíais que era lo que molaba, pero yo ya me dejé de juegos hace mucho tiempo». La realidad es que el bien conocido como C. Tangana está escribiendo su nombre en los libros de historia musical.

Aunque no hay duda de ello y toda la escena esté adulando la propuesta, siempre hay margen para la mejora: a pesar del impacto de las primeras tres canciones (Demasiadas Mujeres, Tú Me Dejaste de Querer y Comerte Entera) que, de la misma manera que consiguieron ser los mayores éxitos de su carrera, han sido las canciones que seguramente menos he escuchado en toda su trayectoria. Aunque son verdaderamente inspiradoras por su fusión sonora, hay algo de radiofórmula (especialmente en la segunda) que no termina de encajar con el embiste de la naturaleza que El Madrileño pretende ser.

Lo mejor del álbum está en la finísima línea entre lo mejor de lo que ha caracterizado a Alizzz y a Antón y lo más emocional del folklore nacional y latinoamericano. Cuando las listas de éxitos invaden su música, no vemos lo más puro, pero igualmente cuando la raíz consume al Madrileño, perdemos la perspectiva del concepto que quiere reivindicar. Es en canciones como Los Tontos, Nominao, Hong Kong o Párteme La Cara donde vemos esa vanguardia que el mismo Pucho dice que busca: ni ser una burda imitación, ni ser C. Tangana, sino presentar un nuevo mundo en el que el tiempo y la música se desgarran por completo para presentar mezclas que no podríamos habernos imaginado en el papel.

Eso no quiere decir que piezas como Ingobernable no sean destellos de talento, pero otras como el G-Mix de Un Veneno con José Feliciano quizás son simplemente caprichos del creador, más contento de poder entrar en esos mundos de la mano de grandes artistas que poner patas arriba el género. En Cuándo Olvidaré, la aparición de Pepe Blanco a través de un curioso discurso es más subversiva de lo que parece, transmitiendo un mensaje que a simple vista quizás no se asocia con el concepto «de Madrid al mundo». Cuando el cantante de coplas impacta con su consideración racial de la música española vemos una idea intensamente desactualizada. Pero como el propio cantante ha revelado, ofrece distintas lecturas, un riesgo que el autor siempre ha disfrutado.

No cabe duda que lo que busca Antón, Pucho, Crema, C. Tangana y ahora el Madrileño es causar una reacción cuando escuches una obra suya. Como un creador de impacto, el éxito de Antón está en estar siempre en boca de todos, independientemente de que sea a través del rap, trap, pop, el folklore o con una película. El Madrileño no falla al ser el álbum más grande de su carrera, aunque quizás asusta el propio miedo del artista a repetirse y quedarse quieto. Un miedo que puede anunciar que este es solo un eclipse dentro del ciclo astral del artista y que se verá obligado a innovar en cada propuesta hasta estrellarse o hasta que complete su trayectoria y decida morir. Cuando llegue ese momento, la explosión será brutal, como es el destello de El Madrileño.

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Por KUBO

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