Una retrospectiva del histórico álbum de country rock, el más popular de la carrera de Neil Young
Mi encuentro con este álbum fue, se podría decir a día de hoy, «a la antigua usanza». Hablar así puede sonar exagerado, pero la realidad es que la tecnología se desfasa a una velocidad impresionante y la escucha que hice de este disco a día de hoy ya es… francamente atípica. Un día rebuscando entre los CDs de la colección de mi padre encontré este Harvest y, como había oído hablar maravillas de Neil Young, lo cogí para un viaje en coche junto con otros típicos CDs de grandes éxitos de gente como Queen, Bob Marley o The Doors. De la manera más inocente posible, me estaba preparando para escuchar una de las obras que más ha trascendido en mi vida por la escucha tan pura y abierta que pude disfrutar de esta increíble obra.
Hoy en día ya no se escuchan álbumes así. No es lo común, quiero decir. Aunque te propongas escuchar un álbum completo con tu Spotify, siempre hay esa posibilidad de darle pausa al álbum, de dejar lo que estás haciendo por cualquier otro motivo que ha saltado como una ventana emergente en tu vida. Sin embargo, insertar el CD en el reproductor del coche y disponerte a hacer un viaje de 500 kilómetros le da contexto a la escucha, te da un lugar privilegiado de escucha atenta alejado de cualquier otro tipo de distracciones, un espacio de reflexión para con lo que escuchas (y de verdad, no nos damos cuenta de difícil que es a día de hoy encontrar esta calma).
A veces sucede. Harvest parecía hecho a medida para el momento en el que decidí escucharlo. Publicado en 1972, fue el mayor éxito en la carrera de Neil Young, su único álbum que consiguió llegar al número uno de la lista Billboard. Un éxito que, al contrario de lo que se pudiera uno pensar, hizo que el artista saliera huyendo de una fama y éxito que no esperaba ni se correspondía con el camino que quería transitar. Young desapareció temporalmente de la vida pública para explorar otros ambientes, una reivindicación de la sencillez que podemos sentir en buena parte del disco.
Los dos temas más destacados, Heart Of Gold y Old Man, comparten un sonido propio que despunta añoranza. Oír sonar la armónica y el banjo en cada uno de los temas se traduce en una curiosa forma de placer. De alguna manera, hay música que suena a recuerdos sin necesidad de estar ligada a nuestra memoria. De mucha de la música de este Harvest emana un espíritu de lucha contra la melancolía, un sentimiento de orgullo y disfrute por recorrer el camino que a todos nos toca y poder seguir disfrutando del impredecible camino vital (I’ve been to Hollywood, I’ve been to Redwood / I crossed the ocean for a heart of gold / I’ve been in my mind, it’s such a fine line / That keeps me searchin’ for a heart of gold / And I’m getting old).
Sin embargo, se trata también de un trabajo grande, un proyecto que contó con la participación de la Orquesta Sinfónica de Londres y que divide la obra entre baladas austeras y piezas grandilocuentes con cierto tono de épica. Aunque cabe decir que no resulta excesivamente ameno ese cambio de un estilo a otro: llevas seis canciones del proyecto, has empezado con la solitaria armónica de Out on the Weekend, disfrutaste con los grandes éxitos y justo después de Old Man, de repente aparece un There’s a World que suena cinematográfico, inquieto y muy estridente. Es una canción que siempre se ha llevado la peor parte del proyecto y no sin razón. Sin embargo, aunque resulte inesperada, no es la primera vez que uno escucha la orquesta, pues la primera vez que aparece es en A Man Needs a Maid, pero se trata de una canción donde la relación entre la épica y la sencillez trabajan mucho mejor y ofrecen un resultado mucho más grato.
Hacia el final del álbum encontramos las canciones que más casan con la denominación del proyecto como Country Rock (no quiere decir que no haya más, pues solo hace falta mecionar Are You Ready for the Country?). Sin embargo, son hacia el final de la pieza donde encontramos los temas más representativos en este aspecto. En primer lugar, un atrevido Alabama que criticaba la moralidad del sur estadounidense y que propició nada más y nada menos que la creación de otra canción en forma de respuesta que se hizo todavía más histórica si cabe, Sweet Home Alabama de Lynyrd Synyrd.
Justo después de esta canción, el artista canadiense decide tomarse el tiempo para detenerse e interpretar un The Needle and the Damage Done dedicado a su amigo Danny Whitten (guitarra del grupo Crazy Horse). Una canción que habla de la heroína y de cómo las drogas se llevaban a pobres diablos demasiado jóvenes para comprender suficiente acerca de su mundo, una realidad dura de afrontar que Young tuvo que ver en los ojos de su amigo.
La última canción del proyecto retoma ese rock más sucio y nos deja un Words (Between the Lines of Age) que supera ampliamente en duración al resto de piezas, marcando 6 minutos y 47 segundos en los que caben la voz de Young y los cambios de compás a instrumentales más lentas con una guitarra eléctrica enérgica que emite su testamento antes de despedirse de todos nosotros.
Una despedida con fundido a negro después de visualizar nuestro destino final. Entre las curiosidades de este álbum, está el proceso de grabación del álbum, que si bien se realizó buena parte en un estudio de grabación, también tuvo lugar en la misma casa de Neil Young. Con algunas de las canciones grabadas en el rancho de Young, el productor (Elliot Mazer), a la hora de completar las grabaciones finales, puso el canal izquierdo de los altavoces en el rancho y el derecho en el interior de la casa. Cuando le preguntaban al artista acerca del balance, gritaba «más granero». Un pequeño reflejo del sentimiento incuestionable que transmite este no tan extenso viaje (apenas 37 minutos), uno sin duda trascendental: siéntete en casa, porque como se dice habitualmente, ésta es donde permanecen tus vivencias y emociones. Os puedo asegurar que en mi viaje hubo tiempo para reproducir de principio a fin varias veces este magnífico Harvest.
Lo peor de «Harvest» es que es el disco que siempre le piden que vuelva a hacer y el que de hecho intenta hacer de vez en cuando, es la única concesión que el tipo suele tener con el mundo de cuando en cuando. A mi me gustan discos más raros, cuando se siente moderno y hace uno con sintes, cuando se mete en una cabina de esas de grabación de los 50 o simplemente cuando se encabrona por algo que han hecho Reagan o Trump o porque no le llega el correo postal a la granja con la diligencia debida y se graba uno de esos eléctricos y con voz de loco. Lo de oír «Harvest» en el coche está bien, si viajas solo, si no lo veo un poco raro. Bueno a lo mejor por Castilla la Vieja funciona, si atajas por las carreteras interiores esas que tienen. Es verdad que es complicado escuchar discos de un tirón sin hacer otra cosa. Yo recuerdo que hace mil años había sitios en los que alguien organizaba una escucha de un disco como si proyectara una película, que huevos 15 ó 20 jipis ahí sentados atentos durante una hora. El tiempo antes duraba más. debía ser la sensación esa de que las cosas no iban a cambiar nunca y porqué no tirarse una hora escuchando «Harvest». Tiene mucho mérito lo que has hecho, claro que la alternativa era abrir la puerta y arrojarte del coche. Un abrazo.
¡Ángel! ¡Quizás no todo está perdido! Empezamos a ver cierta popularidad en las «listening party» (o fiestas de escucha) en las que el grupo se sienta a escuchar con público un nuevo álbum y a comentarlo, quien sabe si en un futuro cercano regresará el formato. Aunque tienes razón, el tiempo antes siempre duraba más y para los nuevos oyentes el enfrentarnos a una obra tan amplia como la de Young con seguramente más de 30 álbumes publicados es todo un reto (a no ser que tengamos un viaje de punta a punta de la península jajaja). En cualquier caso para los amantes de la música es un artista del que tarde o temprano te enamoras por unas obras u otras. ¡Muchas gracias por tu aportación!