weyes blood titanic rising
weyes blood titanic rising

Recordamos el gran salto en la carrera de Weyes Blood con Titanic Rising

Y de repente, primeros de abril de 2019, la artista californiana Natalie Merling más conocida como Weyes Blood publica su cuarto álbum de estudio Titanic Rising y nada volvería a ser lo mismo. Merling ya había destacado previamente con su anterior álbum Front Row Seat to Earth, un disco de pop barroco con tintes de folk psicodélico y una voz angelical que había convencido ya a muchos. Mucho también se esperaba de este Titanic Rising y efectivamente no defraudó, conquistando a crítica y público.

Comenzando con A lot’s is gonna change, Merling nos introduce dulcemente en el álbum combinando violines y teclado de manera sublime y con su voz en estado de gracia parece casi como si ella misma quiera renacer (A lot’s gonna change / In your lifetime / Try to leave it all behind / In your lifetime).

Continua el gran éxito de Andromeda, una alegoría de dream pop donde la instrumentación electrónica hace un pequeño inciso colaborando también con una guitarra acústica, batería y maracas: una orgía de sonidos que te llevan por una galaxia muy lejana de la que no quieres volver. Merling vuelve a desnudar su alma (como hace en toda la obra ciertamente) arriesgándose a amar y a ser amada (Love is calling…), arriesgándose a ser.

Everyday es para un servidor el homenaje al pop rock de los 70, recordando como muchos han apuntado a Harrison o a Joni Mitchell. Una canción desenfadada con un riff de piano que no te puedes sacar de la cabeza y unos coros que hilan perfectamente con la voz de Merling que nos acompaña de nuevo de manera magistral. El crescendo de guitarra y piano es sublime hacia los últimos compases con un repetido lalala que bien encajado como en esta ocasión es un recurso fantástico.

Proseguimos después del intervalo instrumental que nos acompaña en varios temas del disco y al que mas tarde dedica una canción con Something to Believe, una balada de soft rock donde Merling busca realmente esencias vitales sintiéndose sola y desolada. Una canción preciosa.

Llega Titanic Rising, la canción que pone titulo al álbum, o a revés. Una pieza de minuto y medio que se deja escuchar al principio, al medio y al final del álbum acompañándonos constantemente, pero sin ser ni mucho menos repetitiva, se siente fresca y lúcida. El objetivo es que nos demos cuenta de que efectivamente estamos ante un «Titanic creciente»: estábamos ahogados, pero el mismo disco es un canto a que vamos a dejar de estarlo, a que saldremos a la superficie.

Nos dirijimos hacia la mitad de la contienda con la canción más electrónica. Dream pop, art pop… Difícil de definir Movies, que usando las películas y el cine en general, crea una metáfora alucinante sobre el amor real y el de ficción. En las películas el amor siempre es más bonito y es lo que quiere Merling, formar parte de una. El violín hace una aparición magistral al que se le suman golpes de batería y voces de fondo para que de nuevo entre la voz de Merling en lo que probablemente sea el mejor registro dentro del disco.

Mirror Forever es otra canción de carácter lento pero con una instrumentación de nuevo delicada con picos mágicos en en el estribillo. Esta vez le canta al desamor, enseñándonos también la otra cara de la moneda, la amarga (Got a feeling our romance doesn’t stand a chance…)

Se configura como la canción más larga del album con algo mas de seis minutos de duración: Wild Time, de nuevo un tono soft acompañado por la afable y desenfadada voz de Merling, que de nuevo canta al desamor pero con un punto de vista optimista, parcialmente triste pero recalcando que es un tiempo salvaje para estar vivo, aludiendo a nuestro tiempo de posmodernidad y al clásico topicazo de que todo se arreglará.

Llegamos a la antesala del final con Picture me better, que se configura como una carta a un ser amado pasado, una carta de redención y simpatía. Merling ha olvidado, ha perdonado y quiere redimirse, sabe que llegará a algo con más significado más tarde pero antes quiere hacer las paces consigo misma, con su amado y con el pasado.

Terminamos los 42 minutos de este Titanic Rising con Nearer to Thee, otra vez una instrumentación al servicio del disco como concepto, con instrumentos de cuerda que nos señalan el final del camino, que nos dicen que se ha acabado. Triste pero reconfortante.

Y esto es sin duda uno los grandes discos que nos dejó el pasado año, una artista en estado de gracia combinando elementos orquestales como son el violín y el piano junto con tintes electrónicos maravillosos y una voz que destaca súbitamente, unas letras maravillosas sobre el amor y el desamor y sobre volver a empezar. Pop barroco traído al siglo XXI, atmosférico, melódico, romántico, progresivo y poético. Una maniobra fantástica que emociona, en definitiva, un gran gran álbum.

Crítica de álbumes clásicos

Por T. Allman

Un comentario en «Weyes Blood – Titanic Rising»
  1. Anonadado. No sabía que un álbum musical pudiera ser comentado dando lugar a otra obra de arte. ¡Enhorabuena!

Los comentarios están cerrados.