
Hay cosas que uno difícilmente puede explicar. Aspectos que uno intenta comprender pero que se escapan por completo de los límites que hemos impuesto a nuestra lógica. Kanye West haciendo un álbum de música cristiana francamente puede entrar por completo en este tipo de casos. Porque dejemos algo claro, no es fácil poner sensatez a los actos de un hombre que ya destaca por dejar por insuficientes los adjetivos de impredecible y ególatra. Una necesidad inherente de llamar la atención que le ha llevado a retrasar tres semanas la publicación de Jesus Is King, álbum que en pleno 2019 se centra en alabar la figura de Jesucristo.
Quizás el objetivo principal de todo esto sea ganar en la categoría de mejor álbum cristiano en los Grammys del año que viene. Pero Kanye West apunta más alto, en una entrevista con Zane Lowe afirmaba que el objetivo principal del álbum es el de convertir a la gente al cristianismo. No tenemos realmente claro si Kanye tienes las dotes suficientes para convertirse en predicador de la fe cristiana, pero claro tenemos que todo lo que cuenta nos suena completamente ajeno.
En el fondo, dentro de mi hay un profundo debate entre si esta temática cristiana merece en sí misma la totalidad de esta crítica o si por el contrario debiéramos abstraernos de la letra y analizar los aspectos más musicales del álbum. Sin embargo, la declaración es tan manifiesta que contenerme al respecto podría ser ampliamente contraproducente. Sin embargo, me voy a arriesgar dando también protagonismo al uso de góspel dentro de varias piezas del álbum o el solo de saxofón de Kenny G en Use This Gospel. El artista nos propone buenas ideas, la fusión de los aspectos más comunes de una pieza de esta temática en comunión con la voz de Kanye y ciertos detalles venidos del hip hop y el rap hacen que nos enfrentemos a una obra ciertamente original y atrevida.
Ya está, volvemos a lo del cristianismo. “Jesus, heal the bruises / Jesus, clean the music / Jesus, please use us / Jesus, please help / Jeasus, please heal” y solo estamos poniendo unas cuantas líneas de un listado de solicitudes muy muy extenso. Parece la carta a los reyes magos. En God Is encontramos a Kanye en un tono de mártir que llega al culmen de su defensa “King of Kings, Lord of Lords, all the things He has in store / From the rich to the por, all are Welcome through the door”. La lectura misma de las letras ya nos ofrece mucho más de lo que pudiéramos imaginarnos, en God Is continúa de esta manera “He has opened up my visión / Giving me a revelation / This ain’t ‘bout a dead religión / Jesus brought a revolution / All the captives are forgiven / Time to break down all the prisons / Every man, every woman / There is freedom from addiction / Jesus you have my soul”.
Probablemente el fallo esté en un aspecto curiosamente irónico. Este no era un álbum para ser hecho por Kanye West. Aunque parezca que solo alguien como él pudiera llevarlo a cabo, la realidad es que todo lo que ya sabemos de este irreverente artista hace que nuestra perspectiva se convierta en todo menos imparcial. Si bien en otro caso podríamos haber hecho una aproximación a la obra como una expresión de la revelación personal de un artista hacia una religión, con Kanye solo vemos la parafernalia y el keeping it up with the Kardashians de un hombre que casi vive más de reclamar la atención que de generarla.
Y aun a pesar de todo esto, no se trata de una mala obra. Suponemos que se debe a esa capacidad que tenemos los humanos de idolatrar por naturaleza. Una especie de sobrevaloración venida de creer que él hizo lo que nadie nunca se hubiera atrevido a hacer. En cualquier caso, sea Kanye o Jesucristo, preferimos quedarnos apartados mirando con precaución a ver cuál es el camino que deciden trazar.