taylor swift folklore
taylor swift folklore

El confinamiento ofrece una nueva perspectiva de la superestrella de Taylor Swift, que trabaja con Aaron Dressner en este nuevo proyecto

Es una realidad, todo nuestro entorno ha sido «infectado» (nunca mejor dicho) con un tema que ha cambiado nuestra forma de entender el mundo. Artículo tras artículo que realizamos, ciertas palabras y circunstancias están siempre presentes, pero no somos los únicos a los que nos ha cambiado la vida esta crisis sanitaria. Seas un mero aficionado a la música o la más grande superestrella del momento, esta es una situación de la que no escapa nadie. Por ello, el periodo de confinamiento y una nueva realidad han hecho que hasta Taylor Swift haya tomado tiempo para reinventarse una vez más. Para la artista americana, este periodo ha sido un momento de reflexión personal, pero también ha significado una gran oportunidad para mostrar una nueva faceta de su personalidad musical con un nuevo álbum aparecido por sorpresa titulado Folklore.

Este álbum, el octavo de su carrera, se ha cocinado en unas circunstancias realmente distintas a su proceso de producción habitual y que como mayor novedad seguramente presenta la co-producción de Aaron Dressner, miembro del grupo The National, en 11 de las 16 canciones del proyecto. La presencia del artista también fundador de Big Red Machine (proyecto colaborativo con Bon Iver) inevitablemente pone su marca personal sobre el estilo de Folklore y en cierta manera parece haber representado un soplo de aire fresco dentro de la obra musical de Taylor Swift. Denominado de manera instantánea por Pitchfork como el «proyecto indie» de Taylor Swift, la artista se desplaza lo suficiente para alejarse categóricamente de la etiqueta pop sin llegar a transformarse ni acercarse lo más mínimo a una extravaganza. En general, la obra se acota a un formato de baladas emocionales en las que el factor sorpresa que Swift ha generado sobre la obra la dota de cierta fortaleza.

Sin embargo, una descripción tan somera no hace justicia a la capacidad de Taylor, que sabe perfectamente añadir los elementos precisos para convertir una pieza convencional en algo más. Es evidente que la artista sigue utilizando su música para reflexionar sobre sus propios temas y cuestiones personales.

La obra cuenta con varios momentos memorables, empezando por el mismísimo principio cuando uno reproduce the 1, primera pieza del álbum que comienza de manera delicada con un piano y una guitarra y Taylor certifica la rotura de cualquier pensamiento preconcebido expresando «I’m doing good, I’m on some new shit». Entre el inexorable uso del amor en las letras de Taylor, la artista deja sutilezas que llegan de manera profunda a uno. En cardigan, automáticamente condecorada como la gran canción del álbum (acto difícilmente cuestionable), la compositora nos ausenta de la temática principal de la pieza con una sencilla frase pero llena de profundidad: «When you are young, they assume you know nothing». A pesar de quedarnos por un instante congelados en esta reflexión, recordamos que esta canción forma parte del «Triángulo amoroso de juventud» como ella misma lo ha llamado y que está compuesto por esta canción junto a august y betty. Las tres piezas son una exploración de un triángulo amoroso desde tres perspectivas distintas, tanto personales como temporales. Taylor centra mucho su atención en la juventud y los recuerdos, una nostalgia de mejores tiempos que muchos habrán compartido durante el periodo de confinamiento.

De todas formas, el efecto sorpresa se va diluyendo de manera progresiva según avanza folklore y ciertas canciones a mitad del álbum no consiguen captar nuestra atención ni lo más mínimo. Curiosamente, podríamos afirmar que coinciden con algunas de las piezas que Dessner no firma. Canciones como this is me trying o illicit affairs que más allá de la propuesta, están considerablemente lejos de la belleza emocional de otras piezas del álbum. Hablamos de temas como seven, piezas de una sutil intensidad incomparable o por otro lado, the last great american dynasty, otra de las grandes composiciones del proyecto. La colaboración de Bon Iver en Exile no sorprendería teniendo en cuenta la colaboración de Aaron Dressner con el artista en Big Red Machine. Sin embargo, la idea surgió de Taylor y la canción, a pesar de no ser un éxito instantáneo, es una bonita pieza en la que muchos disfrutamos una colaboración tan particular formada por dos artistas de carices tan distintos.

Como conclusión y sin lugar a dudas, folklore es el álbum que habríamos querido escuchar durante el confinamiento. Una obra delicada, nostálgica y emocional que demuestra la versatilidad dentro de ciertos límites de una Taylor Swift que ha vuelto ha triunfar para crítica y público.

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Por KUBO

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