Gonzalo del Val en compañía de su trío y Benet se divierten en el Festival de Jazz de Madrid
El ambiente es sobrecogedor. Un comienzo explosivo y simultáneo que va dejando salir a la superficie un ritmo suave. Así nos adentramos en el concierto de Gonzalo del Val Trío, una de las muchas propuestas de este año para el Festival de Jazz de Madrid.
Poco después de iniciarse, Benet (trompetista invitado en el concierto) abandona la sala para dejar espacio al trío, Gonzalo del Val. Al cabo de unos minutos, vuelve, acompañado de su sonido embriagado de miel, que concluye este equilibrio de sabores. El apartarse del centro del escenario y volver será una constante a lo largo de todo el concierto.
Gonzalo presenta a la banda y al tema introductorio anterior, al igual que el siguiente: Romancero Nº2. Inspirado en un pueblo de Burgos, “del que solo quedan los recuerdos”. Toques de escobilla en la batería, el solo de contrabajo fusionado con el de piano.
Momentos exquisitos de Gonzalo, solo, con la mirada de sus tres acompañantes fijas en él. Conoce tan bien la métrica que la usa como espacio de recreo, por donde juega y se mueve tan libremente que da la impresión de que se ha alejado, sobrepasando el límite. Pero no, sigue dentro, ¡y todos se unen a jugar! Sin pausas.
Después, Marco, solo al piano. Los demás descansan, cierran los ojos, escuchan. De nuevo, se reincorpora la banda, sin pausas y sin prisas, en un momento bien calculado.
Sonaba su versión de Pretty Ballad (Keith Jarret) seguida de la que Gonzalo considera “con suerte, un buen destrozo” de Lascia la Spina (Händel).
Han venido presentando Cancionero, su último CD, en el que se encuentran todos los temas de los que gozamos esa noche.
Prosiguen con Round trip (Ornette Coleman), que intenta ser eso mismo, un trip: desde el principio hasta el final, con un solo de Gonzalo con los ojos cerrados con un instrumento que parece conocer como si formara parte de su cuerpo; y con Benet, quien interviene intermitentemente desde el extremo del escenario, dejando al trío otra vez bajo la luz de los focos.
Tras algún chiste y agradecimiento, Gonzalo introduce los dos temas con los que terminarán el concierto: Chamano, de Marco; y Arena entre las manos, de David. Una despedida suave y de ritmo más tranquilo en comparación al resto del concierto, con Marco que toca las cuerdas del piano haciéndolas sonar como campanillas. Se despiden y, para quienes quieran charlar o comprar un disco, el punto de encuentro será la salida del edificio.
Hasta el 30 de noviembre todavía es posible disfrutar de grandes conciertos y actividades dentro del marco del Festival de Jazz de Madrid. No dudes en descubrir toda su programación en la página web del festival.
Redacción: Jade Rivero
