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El artista colombiano Pala visitaba la Sala Galileo Galilei en compañía de numerosos invitados que brindaron un concierto magnífico

Se está colando alguien para entrar al concierto: “perdonen, ¿puedo pasar?” “Disculpe, eh, pero necesito… vengo a trabajar…”. Es Jorge Drexler, que llega con la humildad por delante.

El concierto empieza con unos 25 minutos de retraso con la lenta melodía de una guitarra eléctrica y un sintetizador con filtros de sonido para sonar como un bajo. Más tarde, con ayuda de un looper, el sintetizador hará también de suave percusión. La sala enmudece, solo se oyen las copas al apoyarlas en las mesas. Entra Pala, en sintonía con sus acompañantes (presentes y por presentar) en cuanto a la vestimenta informal.

“¡Qué alegría estar aquí!”, transmite serenidad, buen humor y absoluta presencia en ese mismo momento y lugar. Nos cuenta que cree que hay, tan solo, dos cosas democráticas: el amor y la muerte. Y sobre esto va Pendientes.

“¿Cuántos colombianos hay aquí?”, fiesta de aplausos y gritos. Pala está emocionado: “Un muchacho de pueblo que cruza el océano y se encuentra con esto… traten de entender.” A lo largo del concierto se le saltan las lágrimas unas cuantas veces, sobre todo tras temas que interpreta con sus invitados.

Prosigue el concierto con A veces y, ahora sí, empieza la entrada de los invitados. Introduce, contento “como un niño rompiendo una piñata” a Pedro Guerra. Hemos nacido. La fusión de la voz grave de Pedro Guerra y la más aguda de Pala es muy bonita. Se quedan los dos solos en el escenario para la siguiente canción: Pedro Guerra coge la guitarra acústica y Pala nos comenta que es un gran fan del primero. Siguen con Lejos.

Vuelve a ocupar el escenario el trío inicial y Pala nos introduce Esto vale todo con la anécdota de la que se inspiró para escribirla.

Es el turno de José Manuel Díaz, quien le ha enseñado tres cosas: su poesía, la forma de hacer su poesía y el jamón extremeño. Interpretan un poema de José Manuel Díaz no publicado y, en forma de dúo, Dame el dolor.

Pala y sus dos instrumentistas, de nuevo, nos interpretan Poco más y poco menos, que va sobre la posibilidad de quienes tienen recursos de hacer de la vida lo que quieren. La sigue Mentiras.

La primera vez que Pala estuvo en este escenario fue por invitación de Marwan, “un ser humano fabuloso”, quien entra ahora al escenario: Cielo.

¡Le toca a El Kanka! La sala se inunda de aplausos y piropos gritados. El Kanka muestra timidez, sobre todo porque Pala nos cuenta anécdotas sobre lo latin lover que es. Colgar los hábitos.

Siguen Mamacita y Lo imposible.

Marta Gómez ha amanecido sin voz y no ha podido venir, por lo que quien entrará ahora al escenario es “el faro de este oficio”, Jorge Drexler. “La vida se explaya en mimos”, dice Pala. Ponme.

Como nos afirma el músico y poeta protagonista de esta noche: lo bello radica en lo perecedero. Y, con esto, se despide con sus canciones Uno y El vals de sanseacabó.

Hay que apreciar el valor de lo finito, sí… ¡pero que dure un poquito más! Como bis, nos regala un poema y su tema Colombianito: ya sí que sí, una despedida con muy buen rollo.

Redacción: Jade Rivero

Por KUBO

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