Los conciertos ha sido uno de los sectores más afectados con motivo de la crisis del coronavirus (si no el que más) y por ello numerosos proyectos han tratado de dar una respuesta factible para seguir celebrándolos. En agosto un equipo de científicos alemanes llevaron a cabo un experimento para probar la transmisión del virus en un evento con las medidas de seguridad básicas. Celebrado en el Quarterback Immobilien Arena en Leipzig, obtuvo el nombre de Restart-19 y sus datos ya han sido publicados con bastantes esperanzas para el sector.
1.400 voluntarios participaron en el experimento: se les hizo una prueba Covid-19 antes del evento, se les tomó la temperatura y se les entregó un localizador, mascarillas y desinfectante. Durante la prueba, estuvieron 10 horas participando en distintos casos que probaban las diferencias tomando una mayor o menor distanciación social. De esta manera, el objetivo era estudiar cuáles eran las actividades dentro de los conciertos que pueden ser más peligrosas para la propagación del virus y así generar unas guías comunes a la hora de comenzar a celebrar conciertos.
En el mismo show Tim Bendzko, cantante de pop alemán, actuó. Ahora finalmente con los datos en la mano, científicos reivindican que el riesgo de infección en un evento que sigue las medidas de higiene, limita la capacidad y cuenta con buena ventilación es de «baja a muy baja». Incluso, el doctor Michael Gekle, miembro del equipo de investigación, afirmó que «no existe ningún argumento para que no se celebrara el evento».
El estudio también ha señalado como fundamental la ventilación e indican como especialmente peligrosos los entreactos y cuando el público llega al evento, donde pueden surgir acercamientos entre el público para entrar al recinto o pedir en barra. Aun así, el presidente de epidemiología de salud pública de la Real Sociedad de Medicina afirma que, aunque estos datos son potencialmente muy útiles, puede ser difícil replicar las medidas de seguridad en los eventos normales.
Fuente: Pitchfork