beyonce black is king

La nueva superproducción cinematográfica de Beyoncé es una obra llena de significado y color

El lanzamiento de The Lion King: The Gift se saldó con considerable poco éxito teniendo en cuenta la persona detrás del proyecto, Beyoncé. Un álbum formado por sonidos africanos y el progresivamente creciente afrobeat que además presentaba un impresionante número de colaboradores entre los que destacan Kendrick Lamar, Mr Eazi, Jay-Z, Pharrel Williams, Major Lazer, 070 Shake o Wizkid entre otros muchos. Sin embargo, a pesar de pasar desapercibido, el proyecto tiene ahora una segunda oportunidad de reivindicarse gracias al impresionante trabajo cinematográfico titulado Black Is King.

Decir que este proyecto se trata de una colección de videoclips musicales sería simplificar una obra compleja y profunda sobre la que Beyoncé afirmaba: «con este álbum visual, quería presentar elementos de la historia negra y la tradición africana con un giro moderno y un mensaje universal, y qué significa de verdad encontrar tu propia identidad y crear un legado». Al estilo de Lemonade, se trata de un trabajo conceptual visual que en esta ocasión toma la historia de El Rey León como hilo conductor para narrar una historia de lucha y conoración de la raza negra. La historia que relata Beyoncé es emocional y atrae una realidad que todavía cuesta comprender en ciertos entornos: la cultura negra, así como sus comunidades, son un gran regalo lleno de energía, arte y sentimiento.

En esta película de 1 hora y 25 minutos, la superestrella nos conduce a través de cientos de parajes estéticos basados en estas culturas africanas y crea una infinidad de cuadros pictóricos en pantalla de una intensidad y belleza superlativas. Mientras la narración va midiendo el tiempo y narrando con sutileza su mensaje, sale a relucir el elemento más importante de la obra, una intensidad estética que hace que uno permanezca pegado a la pantalla los 86 minutos de duración. El uso del color, siempre cambiante y lleno de intensidad, contrastes y significados conceptuales, dibuja escenas llenas de virtuosismo y es donde la obra gana enteros.

Si puede ser verdad que en los momentos en los que salen los colaboradores de Beyoncé en vez de ella misma, es cuando Black Is King tiende más hacia el espíritu de los videoclips, una evidente muestra de que el carisma de esta artista se encuentra muy por encima de lo que muchos de ellos pudieran mostrar (o atreverse a ello). Sin embargo, poca queja se puede tener de estos instantes, llenos también de recursos estéticos de unos excelentes directores artísticos y unos espacios escénicos a cada cual más imaginativo. Las imágenes impactan en tus ojos y se quedan instantáneamente adheridas a tu mente.

Aun así, todo el potencial artístico y estético no pormenoriza la fuerza del mensaje que Beyoncé. Muy al contrario, lo intensifica y le ofrece una exaltación completa. La historia de la artista no trata del sufrimiento de la raza negra, tampoco queremos entrar a analizar qué consecuencias puede tener la presencia de Disney como productora del proyecto, Black is King simplemente habla del orgullo de formar parte de una herencia de inmensa riqueza y de la necesidad de sentir orgullo y honrar una cadena interminable en el ciclo vital. Black is King es una pieza obligada para todo aquel interesado en ver la vanguardia de este formato visual que progresivamente irá ganando más adeptos (ahí queda nuestra predicción), pero que también significará una joya para todos aquellos amantes del mundo estético asociado a la música.

Críticas de cine musical

Por KUBO

La redacción del Kubo Musical es llevada por Miguel Vico. Porque aspiramos a mucho más: imagina, descubre, comparte.