¿El futuro del género? El histórico show de DJ Snake en cine
En febrero de 2019 40.000 personas se juntaron en Paris La Defense Arena para ver un concierto muy especial del francés DJ Snake. Unas cifras inimaginables en estos momentos para un show en directo pero que eran lo normal hace no tanto tiempo.
Una nueva realidad, una nueva oportunidad, podría decirse. Por ello, el equipo técnico de DJ Snake ha lanzado en cines DJ Snake: The Concert In Cinema, una producción muy cuidada de este concierto para volver a sentir la emoción de la música en directo de la forma que podemos a día de hoy.
Este formato tiene un aire nostálgico que contrasta poderosamente con su realidad: es un formato audiovisual todavía está por explotar dentro de la música. Las grandes superproducciones musicales se postulan a tener una segunda vida a través de plataformas de streaming y en casos puntuales en el cine gracias a un estilo muy poderoso visualmente. 20 cámaras en el recinto permitieron que la grabación de uno de los conciertos más especiales de DJ Snake se convirtiera en un espectáculo audiovisual de grandes dimensiones, pero debemos hablar de nuestras impresiones viendo el espectáculo.
Dirijido por Alexandre Buisson y con el mismo DJ Snake como productor ejecutivo, el hecho de estar ante una superproducción no debe desviarnos de analizar el contenido de una manera precisa. El comienzo de la proyección no presagiaba el mejor resultado: con un cambio excesivamente frenético de cámara y tremendamente caótico que quizás sería para exhibir el número de planos disponibles, el diseño cinematográfico estaba muy lejos de ayudar a introducirse en el espectáculo. De manera progresiva la agresividad en el cambio de planos fue disminuyendo y llegamos a unos términos aceptables en el apartado de edición, momento en el que ya pudimos empezar a prestar verdadera atención al show del francés.
Con una pantalla led semitransparante de 20 metros de altura, la proyección del Arco del Triunfo y el apartado lumínico del show evidenciaban la grandeza del espectáculo. El dj y productor no sorprendió en gran medida, actuando con sus clásicos (pero siempre bien recibidos) reproductores de vinilos que le dan un toque más manual a su actuación y le alejan del espíritu artificial al que a veces se acusa a los DJs. Música muy intensa de trap electrónico y dubstep, DJ Snake se adscribió en la mayoría del show a su discografía, realizando una primera hora de temas de su segundo álbum Carte Blanche y colaboraciones con otros artistas, para dedicar la segunda hora a sus temas más conocidos y a algunos clásicos de la música como Queen.
Cabe mencionar que, para tratarse de una impresionante estructura audiovisual de 20 metros, el uso de las visuales fue muy inferior al esperado: generalmente imágenes abstractas sencillas con escasa dinámica que no parecen dignas de la capacidad de un show de estas dimensiones. El único caso realmente significativo fue el de la proyección del Arco del Triunfo, que apareció tanto al principio como al final del show, una reivindicación del artista de la importancia de la capital francesa en su vida. DJ Snake, un artista extremadamente patriótico, dejó algunos momentos realmente memorables. Sin duda, uno que permanecerá por mucho tiempo en nuestra mente fue cuando sonó Paris, su colaboración con GASHI: después de un discurso hablando de su crecimiento como artista y la importancia de la ciudad dentro de esta evolución, ver al artista bailando al ritmo de su canción en el centro del escenario fue muy revelador. Una expresión de intensidad y emoción poblaban su cara, y la realidad de verle solo bailando en un escenario de 40 metros cuadrados delante de 40.000 personas expresaba de manera increíble la realidad de los artistas. DJ Snake dijo que todo aquel que amaba se encontraba en esa sala y ese momento fue de pura comunión y sencillo disfrute entre todos los presentes, pero siempre separado por un muro de realidad: la vida del artista suele ser solitaria, escasamente transmitida al exterior y plagada de un mundo artificial en su constitución.
Regresando a la dirección y el montaje de la película se debe mencionar que se puede hacer mucho mejor. La selección de imágenes del público en muchas ocasiones eran realmente desafortunadas y la transición entre planos, aunque no realmente criticable, no ofrecía nada especialmente significativo. Solo en algunos momentos, como el llamado «muro de la muerte», contó con imágenes realmente icónicas y llamativas: 40.000 chocando frontalmente genera a ojos de la cámara una increíble imagen en la que el público se convierte en una amalgama de color humano indivisible.
DJ Snake: The Concert In Cinema revela el potencial de un interesante nuevo formato, pero no se convierte en una referencia realmente digna del mismo. Sí lo consiguieron sus compatriotas Justice en Iris: A Space Opera, que demostraron la perfección audiovisual y un ejemplo claro de lo que se puede conseguir con un gran equipo y una pantalla grande. En cualquier caso, vivir la música en el cine es una experiencia muy gratificante que ofrece una forma verdaderamente distinta de sentirla.