Una obra imperfecta, pero necesaria para desarrollar criterio sobre la música que nos rodea
Embarcarse en una aventura literaria es, quizás cada vez más impopular, pero más valiosa. Cuando encaras la lectura de un libro que se acerca a las 1000 páginas, la voluntad y el interés debe ser máximo y, si es así, el provecho que se saca de la obra es incomparable a cualquier otra obra cultural. Escuchar al siglo XX a través de su música es el subtítulo de una de las obras más populares del crítico musical estadounidense Alex Ross. El Ruido Eterno siempre figura en los listados de obras imprescindibles sobre la música, aunque eso no quiere decir que tenga que ser si o si un acierto para todos los lectores.
Nuestras andadas, al contrario de lo que hemos expresado, empezó con algo de imprevisión. Quizás seamos nosotros los culpables, pero no vimos venir la temática real del libro a través de una sinopsis algo confusa: «Ésta es la historia del siglo XX a través de su música, desde la Viena de antes de la Primera Guerra Mundial hasta el París de los años 20; desde la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin al Nueva York de los años 60. Transportando a los lectores por el laberinto del sonido moderno, Alex Ross nos descubre las conexiones entre los acontecimientos más importantes y los compositores más influyentes, hombres que se rebelaron contra el culto al pasado clásico, lucharon contra la indiferencia del gran público y desafiaron a dictadores.»
La realidad es que, lejos de ser una biografía profunda de la música del siglo XX, se trata de un paseo por la escena de música clásica con incluso algo de capricho. Solo con las primeras páginas descubres que el libro abordará autores como Shostakóvich, Bartok, Glass o Cage. Una inesperada realidad que se queda muy lejos de esa promesa de «escuchar el siglo XX a través de su música». ¿Dónde están The Beatles, Sex Pistols, Queen, Pink Floyd o 2Pac? ¿Verdaderamente se puede hacer una radiografía de un siglo como el pasado mencionando de una manera tan escueta (prácticamente inexistente en muchos casos) a todos estos artistas y géneros?
En su lugar, la obra se convirtió en una inesperada lectura para descubrir un sector musical muy denostado a día de hoy y que, por el contrario, fue fundamental para desarrollar lo que llamaríamos la música popular. Ese fue un conflicto personal que no pude abandonar durante toda la lectura, en el que tuve la sensación de haber sido muy ingenuo esperando un relato preciso y objetivo de un siglo tan difícil y amplio como el XX. Sin embargo, a veces el relato de Alex Ross parece un poco caprichoso, con alusiones al ámbito popular poco constructivas, como por ejemplo cuando emplea una canción de Missy Elliot para revelar la influencia de la intrusión del discurso político dentro de la música gracias al trabajo vanguardista de los artistas clásico contemporáneos (nada que ver con que el rap fuera una música de reivindicación desde sus inicios). De hecho la presencia de Missy Elliot no tiene ningún sentido si no hablas de otros artistas como Grandmaster Flash, Afrika Bambaataa o Public Enemy.
Incluso, a riesgo de parecer excesivamente crítico, la selección de autores clásicos también puede ser criticada, especialmente por el espacio que dedica a cada uno. A pesar de mencionar la fundamental importancia de una tríada como Stravinsky, Schönberg y Shostakóvich y que con cierta regularidad aparecerán a lo largo de toda la obra, hay momentos en los que la atención por ciertos compositores parece exagerada e injustificada. Personalmente, fue el caso del capítulo sobre Benjamin Britten y su ópera Peter Grimes, que analiza y despieza como prácticamente ninguna obra en todo el libro. Una obra sobreexplicada que parece solo un justificante para alargar un poquito la lectura o para incidir en una de las predilectas del autor.
Comentarios de obras literarias sobre música
¿Lo mejor de la obra? Aunque en primera instancia puede abrumar, la cantidad de información para los profanos al tema es fascinante. Contando además con recursos adicionales y excepcionales para acompañar la lectura de obras musicales recomendadas y asociadas a los autores que se mencionan. Igualmente, la bibliografía es titánica, y la existencia de una página web llena de información relevante como textos, conceptos, vídeos y mucho más ayudan de una manera incuestionable a tomarse el libro con calma y disfrutar descubriendo un entorno musical sin igual.
El Ruido Eterno de Alex Ross es una obra muy recomendada para todos aquellos que quieran entender mejor la música de nuestra época puesto que, independientemente de tu conocimiento e interés por la música clásica de este siglo, ayuda a discernir, reflexionar y generar criterio sobre la relación entre los distintos ámbitos musicales y comprender la complicada relación entre la influencia crucial y el desentendimiento de ambos mundos.
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