The Eddy

Comentamos The Eddy, la nueva serie del director Damien Chazzelle, un creador obsesionado con el jazz

ATENCIÓN: Esta crítica NO contiene spoilers a excepción de en su último párrafo, el cual está debidamente señalizado para no destriparle la experiencia a nadie.

En KUBO Proyecto Musical no somos críticos de cine ni tenemos intención de expandir nuestras fronteras, lo nuestro es la música y ahí permaneceremos, pero creíamos aun así conveniente ofrecer nuestro punto de vista sobre la nueva serie del reconocido director cinematográfico Damien Chazzelle, producida por Netflix. Es una realidad que este joven creador exuda música por todos sus poros y después de haber creado películas como Whiplash o La La Land, la creación de The Eddy le lleva a una nueva cota de obsesión por su pasión, el jazz.

The Eddy trata la historia de un reconocido pianista de jazz llamado Elliot Udo que huye de Nueva York a París, donde establecerá un club de jazz con el nombre de The Eddy. Pero esta sinopsis no es realmente precisa, como en Twin Peaks, Elliot solo sirve como el Laura Palmer de la historia, la verdadera atención se centra en cada uno de los personajes que forman parte del mundo de The Eddy: los músicos, los amigos y los familiares de Elliot, que llenan la historia y son los verdaderos protagonistas de una historia que trata de reflejar qué significa vivir por y para la música, así como qué significa convivir con gente que destina todo su cariño a ésta.

De fondo, encontramos una historia de contrabando, dinero ilegal y violencia que solo sirve de pretexto para que no se evidencie en exceso el interés de la obra, cinematografiar el jazz. Aunque el galardonado director solo dirige los dos primeros capítulos, en esta serie encontramos muchas de las cosas que pudimos disfrutar de él en La La Land, su obra más conocida. Entre ellas, la idea de transmitir la pasión. La expresión «pero ahora te gusta el jazz» se repite tanto en la película como en la serie y empieza a dar pinceladas de un estilo expresivo propio del director.

La serie trata de hacer valer un equipo técnico no muy amplio procurando transmitir la oscuridad de los barrios bajos de París. El primer episodio llena la imagen de grano para darnos un toque amateur y documental que no se mantendrá con la misma fuerza a lo largo de la serie. Paneos extremadamente rápidos y cámara en mano definen buena parte de un intento por darle un toque callejero a toda la pieza, un reflejo de la energía y la intensidad emocional de lo que los personajes viven.

Es la primera vez que Damien Chazzelle no trabaja con Justin Hurwitz en la banda sonora de la obra, algo que sorprende y mucho. Es cierto que la serie no le pertenece por completo y el trabajo con otros directores y equipo de producción ha podido dificultar que pudiera llegar a tener lugar la colaboración. Sin embargo, los dos comenzaron juntos compartiendo pasiones y la composición de la música de las cuatro películas de Damien llevaba a pensar que los dos permanecerían juntos en todos los trabajos. Sin embargo, encontramos una banda sonora con muchas de las características y la personalidad que Hurwitz había transmitido en las piezas más jazzísticas de Whiplash y La La Land.

Al hablar de la música, debemos hablar de composiciones notables y bastante pegadizas que consiguen tener vida propia más allá de la serie. Coger la banda sonora de la serie y escuchar las canciones una a una se convierte en otro placer sonoro que en muchos podría funcionar sin necesidad de la imagen. En definitiva, aunque Chazzelle no ponga su sello sobre la música, se nos aparece como un gran director de orquesta y su reconocimiento empieza a exigir valorar la música de sus obras como piezas individuales de gran valor musical.

The Eddy, la pieza principal de la serie, golpea fuerte con un sonido oscuro y que expresa las turbulencias que el local y los protagonistas atraviesan a lo largo de la narración. El momento en el que la cantante dice «The Eddy», encontramos un aura siniestra, misteriosa, un toque de temor a amar, una lucha por amar a pesar del terror. La canción ha sido versionada para el disco por St. Vincent, aunque tampoco despliega una versión excesivamente carismática o distinta de la canción. Si lo hace, por el contrario, Jorja Smith en Kiss Me In The Morning. La joven virtuosa del R&B cuenta con una voz tan excelente que no hay forma de escapar de su encanto.

Dentro de la obra encontramos influencias del hip hop en varias de las piezas, como en Au Milieu. El primer atrevimiento del director a admitir la transformación y evolución del género pero con extremada timidez. Hemos de tener en cuenta, que en La La Land hace una defensa bastante feroz del jazz puro y clásico a través del personaje de Sebastian. En esta obra, la presencia de Keith (interpretado por John Legend) defendiendo una evolución del género que se pinta en buena parte como burda y tonta destinada a las masas provoca la separación de los dos amantes y condiciona toda la película, un mensaje que parece que se niega a dejar de apoyar en esta serie, con por ejemplo la crítica a la música popular de Mika.

Chazzelle y Aaron Paul (el verdadero director de la obra) hacen una obra pensada para melómanos: se nos habla de Duke Ellington, deja de manera estratégica un vinilo de Herbie Hancock ubicado en segundo plano para que solo aquellos que lo merezcan puedan percatarse y muchos más detalles simplemente fantásticos. Si cada episodio dura una hora, 15 o 20 minutos son de pura música. Parece una realidad que el director aprovechó la ocasión para desarrollar al máximo su pasión por el género y poder disfrutar de cierta libertad en centrarse lo máximo posible en la música, algo que apenas le ha sido posible en el cine gracias a emplear el formato de musical en La La Land. El error de otras críticas a la pieza es considerarla una serie de Netflix al uso, con acción o dinámica. The Eddy no quiere hablar de nada más que de música y de sentimientos, y es cierto que ninguno se atrevió a dar el paso de abandonar una exagerada trama de contrabando y «personas malas».

Este director se está convirtiendo por méritos propios en uno de los más obsesionados del panorama cinematográfico, si todos asociamos a Scorsese en cierta manera con películas de bandas y mafia, Damien es el abanderado de la música. Su pureza de sentimiento al respecto hace imposible que alguien que tenga cierta pasión por ella pueda dejar pasar la oportunidad de ver cualquiera de sus obras. «Ahora te gusta el jazz» es Chazzelle hablándonos a nosotros mismos, su melomanía desmedida consigue transmitir un amor por este mundo que hace a todos los espectadores cómplices de este cariño. Tal es su pasión por el jazz, que ya no imaginamos que hable de otra cosa en sus películas.

En su próximo proyecto, previsto para 2022 y titulado Babylon, la única información que tenemos es que tendrá lugar en los albores de Hollywood con Emma Stone y Brad Pitt como parte del reparto. Nos atrevemos a apostar por que Chazzelle dedicará esta nueva película al cambio del cine mudo al sonoro y la importancia de la primera película sonora de la historia, llamada El Cantor de Jazz.

SPOILER: Respecto a The Eddy, aunque se presenta como miniserie, el final no conclusivo nos deja con la sensación de que en un futuro veremos una segunda temporada del proyecto, aunque cuestionamos que sea con la colaboración de Damien, sino bajo el trabajo de producción de Jack Thorne y Aaron Paul.

Regresa a la sección de artículos de opinión

Por KUBO

La redacción del Kubo Musical es llevada por Miguel Vico. Porque aspiramos a mucho más: imagina, descubre, comparte.